sábado, 26 de enero de 2008

Bobby Fischer ya descansa

Autor: Jon Agiriano
Al final, ha tenido que ser así. Víctima de una insuficiencia renal aguda, Bobby Fischer, uno de los grandes mitos deportivos del siglo XX, sin duda el ajedrecista más carismático y genial de todos los tiempos, falleció ayer (17-01-08) en Reikiavik (Islandia) a los 64 años; tantos como casillas tiene un tablero de ajedrez. Ni más ni menos: 64 escaques cuya dimensión y secretos este estadounidense de Chicago, nacionalizado islandés, comprendió y desveló como nadie. Lo cierto es que su genialidad ha podido con todo; incluso con la profunda lástima que provocó en las últimas décadas de su vida, cuando desfiló por el mundo con la imagen sucia y desaliñada de un loco vagabundo, torturado por la paranoia y la esquizofrenia, convertido en un lunático cuyos exabruptos contra los judíos y el Gobierno de Estados Unidos obligaban a mirarlo con piedad. Sin duda, el ex campeón del mundo de ajedrez era un enfermo. Pero también -y esta condición siempre ha prevalecido sobre las demás en el imaginario colectivo- una de las mentes más brillantes de la historia. De hecho, no existe un solo jugador de ajedrez, ni siquiera los grandes campeones que le sucedieron en el trono mundial como Karpov, Kasparov o Anand, que no se haya rendido a su talento prodigioso. Al Ogro de Bakú, de hecho, le preguntaron muchas veces durante sus veinte años como número 1 mundial si Fischer había sido el mejor ajedrecista de todos los tiempos. Y nunca dijo que no, lo que viniendo de Kasparov sólo puede interpretarse como un sí en toda regla.Como ocurre tantas veces, la vida de Bobby Fischer se escribió en su infancia. Nació en Chicago en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, y sufrió una infancia de miseria y privaciones. Su madre, Regina, de origen judío, era una mujer culta y políglota que había vivido cinco años en Moscú. En la capital rusa estudió Medicina y se hizo comunista. Al regresar a su país, estuvo en el punto de mira del FBI, que le investigó sospechando que era una espía soviética. Sobre la identidad del padre de Fischer, al que éste no llegó a conocer pues le abandonó cuando sólo tenía dos años, se ha escrito mucho. Su madre le dijo que se llamaba Gerhardt y que era un biofísico de origen alemán. Por lo visto, le mintió.Según Leontxo García, uno de los poquísimos periodistas que ha podido charlar con Fischer en las dos últimas décadas -eso sí, el genio de Chicago no le recibió durante la visita que el experto guipuzcoano realizó a Reikiavik el pasado año-, todos los indicios indican que el verdadero padre no fue el tal Gerhardt sino el húngaro Paul Nemenyi, un reputadísimo físico atómico, fallecido en 1952, que colaboró con Estados Unidos en la fabricación de la primera bomba nuclear. De ahí quizás se explique -a la herencia genética, nos referimos- el altísimo coeficiente intelectual de Bobby Fischer. A partir de 130 se considera que alguien es superdotado y él tenía 180; un índice superior, por ejemplo, al de genios como Albert Einstein.
La primera hazaña
Fischer aprendió a jugar al ajedrez a los seis años. El juego de los 64 escaques supuso para él una liberación. Era fácil de entenderlo. ¿Qué mejor descubrimiento para un niño sin padre conocido, solitario, hosco y de una inteligencia prodigiosa que un reto mental como el ajedrez, un juego apasionante de posibilidades casi infinitas? Su entrega al tablero fue total. Al fin y al cabo, tampoco tenía muchas otras distracciones. Tras vivir en California y Arizona, su madre y él se habían trasladado a Nueva York y no se le conocían amigos. Además, odiaba el colegio. «Los maestros me parecen más estúpidos que los propios alumnos», dijo una vez. De este modo, y tras un aprendizaje autodidacta, a los 13 años se proclamó campeón junior de Estados Unidos. Un año después, protagonizó una hazaña memorable: ganó el Campeonato de su país con un juego espectacular. La crítica especializada sufrió una conmoción. Se quedó sin palabras para expresar su asombro. ¿De dónde había salido ese mocoso de aire ausente que derrotaba a los mejores grandes maestros del país? Al año siguiente, Fischer revalidó ese título y, con apenas quince años, se convirtió en el maestro internacional más joven que el ajedrez había conocido hasta entonces.El mito de Fischer, pese a todo, se fundó y cobró dimensión mundial en 1972 cuando, tras derrotar al gran Tigar Petrosian, el ajedrecista de Chicago se plantó en la final del campeonato del mundo. Han pasado 36 años y es difícil hacerse una idea exacta de lo que supuso el duelo entre el campeón Boris Spassky y el aspirante Bobby Fischer en Reikiavik, que George Steiner, actuando como enviado especial de la revista 'New Yorker', narró de forma incomparable en un reportaje que daría pie a su libro 'Campos de fuerza'.Eran los años de la Guerra Fría. Estados Unidos y la Unión Soviética jugaban a muerte a la disuasión. En medio de ese pulso planetario, cualquier choque deportivo entre las dos potencias adquiría una trascendencia inusitada. En el caso del ajedrez, para los soviéticos la trascendencia alcanzaba la médula del orgullo patriótico. Se trataba de uno de sus deportes nacionales, de una asignatura obligatoria en las escuelas. Y nadie hasta entonces había osado poner en jaque -nunca mejor dicho- su dominio absoluto.
El gran duelo
Y entonces llegó Bobby Fischer, brillante y excéntrico, un maniático genial e impredecible al que los intereses políticos en juego le traían al pairo. Tanto es así que, convencido de que la KGB le tenía en su punto de mira, estuvo a punto de no viajar a Islandia. Tuvieron que convencerle entre Henry Kissinger y el millonario británico James Slater, que dobló la bolsa con 125.000 dólares. El duelo por el título, estipulado a 24 partidas, acabó disputándose en el polideportivo Laugardalur de Reikiavik. Fue un acontecimiento mundial. Islandia -de ahí su gratitud- ocupó el centro de la atención mundial durante dos meses. A millones de personas les sirvió para situar en el globo esa isla lunar helada donde Julio Verne imaginó su viaje al fondo de la tierra.Tras protagonizar varias polémicas y desplantes -prohibió la presencia de cámaras de televisión y exigió el cambio de las sillas alegando que estaban manipuladas por los rusos-, Fischer acabó por jugar. Perdió las dos primeras partidas. A partir de la tercera, sin embargo, desplegó todo su talento, un juego agresivo de una brillantez inusitada. Hasta Spassky se rindió y fue el primero en admirarle. El 1 de septiembre de 1972, el estadounidense se proclamaba campeón del mundo. Había llegado a los más alto. A los 29 años era una leyenda, el héroe occidental que había derrotado al imperio soviético. Y desde esa cima, desde el cielo, comenzó a derrumbarse. De repente, desapareció de la circulación. Incluso se rumoreó con que se había metido a monje budista. Pasaron los meses, los años, y se negó a defender el título, que quedó vacante hasta que en 1975 pasó a manos de Anatoly Karpov.La vida de Fischer se convirtió en un misterio. Sólo llegaban noticias de su caída; de su lucidez convertida en locura. Contra todos los pronósticos, reapareció en 1992 en Sveti Stefan, una isla de Montenegro. Fue en un duelo de revancha con Spassky, al que volvió a derrotar. Ganó tres millones de dólares y el odio eterno del Gobierno de su país, que le puso en busca y captura por incumplir el embargo con la antigua Yugoslavia. Tras esta victoria, muchos pensaron que Fischer podía volver. Su vida parecía recomponerse. Defendió con ahínco un nuevo tipo de ajedrez en el que la posición inicial de las piezas se decidiría a sorteo, lo que permitiría terminar con la dictadura de la informática sobre los tableros. Tuvo una novia húngara, luego otra filipina, con la que tuvo un hijo, y terminó asentándose en Tokio con su actual pareja, Miyoko Watai. Pero no. Fischer no resucitó. Continuó con su declive. En 1998, todos sus bienes y recuerdos fueron subastados en un juzgado de Pasadena. Fue un golpe durísimo para él. El 13 de julio de 2004, fue detenido en el aeropuerto de Tokio cuando se disponía a volar a Filipinas. Sucio, desgreñado, con una mirada lunática y unas barbas blancas de profeta, cualquiera lo hubiese confundido con un vagabundo sin techo. Tras unos meses batallando contra su extradición a EE UU, el Gobierno islandés intercedió por él. El 27 de abril de 2005 le concedió asilo político. Volvía a ser un hombre libre. A solas con su genio, con sus demonios.
Paranoias en Reikiavik
Fischer ha pasado los tres últimos años de su vida en un pequeño apartamento cercano al paseo marítimo de la capital islandesa, rodeado de libros y de ese desorden voraz que le persigue desde los 16 años, cuando su madre le abandonó en el piso de Brooklyn que ambos compartían y se fue al Bronx. Apenas mantenía contacto con dos o tres amigos y dedicaba su tiempo a leer, pasear y comer en restaurantes asiáticos, sus preferidos. Según Leontxo García, al llegar a Islandia comenzó a frecuentar las piscinas termales típicas del país, pero dejó de ir porque decía que el cloro le estropeaba la piel. Una paranoia de las suyas, por supuesto, como la que sufrió en mayo de 2005, cuando su viejo amigo Spassky le visitó y Fischer estuvo a punto de no presentarse en el restaurante en el que habían quedado para comer. Y eso que el local estaba reservado sólo para ellos y un reducido grupo de amigos. El estadounidense acabó sentándose a la mesa, no sin antes inspeccionar el restaurante en busca de espías o sicarios de George Bush. Ahora ya descansa.
Fuente:
Fragmento de la entrevista realizada a Bobby Fischer para la revista Start (1971):
Soy un especialista. Juego al ajedrez. Eso es una cosa seria. Otra cosa no la se, pero todo cuanto se, lo domino a fondo. Lo que necesito es mucho descanso y una buena iluminación. En especial, no soporto ningún ruido, pues me distraen en mi trabajo profesional de calcular y combinar. Soy meramente un hombre, pero un hombre extraordinario (...) Me gusta el momento cuando quiebro el ego de un hombre. Discuto ser llamado un genio del ajedrez, porque me considero un genio completo que se manifiesta al jugar. No importa dónde esté ni lo que haga. Mi subconsciente produce nuevas ideas sin cesar (...) El ajedrez es vida. Mi mundo es el tablero blanco y negro del ajedrez. En mis jugadas hay que ver movimiento y al mismo tiempo arte; quien no consigue verlo me da lástima.”

viernes, 25 de enero de 2008

Sabias palabras: Bobby Fischer

Robert James Fischer: 1943-2008, estadounidense. Campeón mundial de ajedrez.

miércoles, 23 de enero de 2008

Ciberfeminismo


Autora: Gisela Di Marco

Son demasiados los neologismos creados con el advenimiento de Internet, a pesar de que gran parte de ellos no denomina ninguna novedad introducida en las prácticas tradicionales. No obstante, algunos territorios parecen haber emprendido un camino preciso hacia el encuentro de su propia especificidad en el ciberespacio: tal es el caso del ciberfeminismo. Movimiento que nació con la misma Internet y que, si bien aún bucea en busca de una definición de sí mismo, está lejos de reproducir en modo alguno el feminismo de antaño.
Dado que no se ha llegado aún a un acuerdo sobre la definición precisa del movimiento, éste parece haber optado por definirse provisoriamente a través de diferentes actitudes hacia el arte, la cultura, la teoría, la política, así como la comunicación y la tecnología.
El planteo es, más bien, definirse a partir de lo que no es, o de lo que pretende no ser, tomando así una doble distancia. Por un lado, se aleja de los errores cometidos por las corrientes feministas del pasado, dogmáticas, promotoras de lo “políticamente correcto”, opresoras de la sexualidad y absolutamente inadecuadas para las nuevas circunstancias en que la mujer está inmersa. Por otro lado, se escabulle de las trampas en las que ha caído el feminismo clásico tantas veces al definirse a partir de la misma oposición binaria masculino / femenino que pretendía socavar.

El medio es el mensaje
Si bien la realidad material de muchas mujeres no ha variado desde la explosión feminista de los 70’, la propuesta ciberfeminista transita otros caminos. Se inscribe en el contexto de hegemonía masculina presente en el terreno tecnológico para cuestionar y confrontar teórica y activamente las cosmovisiones ideológicas que de ella se desprenden. Se trata de prácticas femeninas inmersas en terreno tecnológico, "una alianza de los ‘bienes’ del hombre (mujeres y máquinas) contra sus ‘dueños’ ".
Esta es la gran ruptura con la tradición del activismo feminista, fundamentalmente antitecnológico. Para el ciberfeminismo, la tecnología es el medio por excelencia, no sólo como herramienta o como canal: la pertinencia misma de este neologismo radica en la concepción mcluhaniana de que ‘el medio es el mensaje’.
De este modo, las prácticas ciberfeministas pueden definirse como prácticas menores, en el sentido de Deleuze y Guattari: no por ser realizadas con herramientas o lenguajes menores, sino porque son prácticas que una minoría hace con las herramientas y el lenguaje establecidos por la mayoría. Su uso distintivo –primitivo, puro e intenso– de un lenguaje y unas herramientas inicialmente ajenas, es la expresión más acabada de las tensiones internas entre lo menor y lo mayor.

La utopía del ciberespacio
Existe el mito de que el ciberespacio es una plataforma inherentemente libre de las viejas relaciones y luchas de género, donde la identidad “real” es irrelevante, pero allí no se revela más que una profunda ingenuidad. Si bien en el reino de la telepresencia y las relaciones virtuales las identidades devienen contradictorias, parciales y estratégicas, los nuevos medios existen dentro de un marco social preexistente, aún profundamente clasista, sexista y racista.
A pesar de muchos sueños utópicos, Internet no abolirá automáticamente las jerarquías mediante el intercambio libre de información más allá de las fronteras, porque está socialmente inscripta en referencia a cuerpos, sexo, edad, economía, clase social y raza.

El dominio masculino de lo tecnológico
Las razones de la hegemonía masculina en el ciberespacio tienen dos orígenes. Por un lado, en sus inicios Internet fue creada como un sistema para servir a las tecnologías bélicas; y, por otro lado, su inserción actual es fundamentalmente en el sistema corporativo, donde la mujer prácticamente no es incluida dentro de los circuitos de mercado sino como producto, o como sujeto consumidor de su propia investidura como mercancía.
Estas condiciones patriarcales, bajo las cuales se producen las políticas, los códigos, lenguajes, imágenes y estructuras de Internet, están sustentadas por la percepción popular de que la mujer es tecnofóbica. Es cierto que su uso de la tecnología ha sido eminentemente pasivo e irrelevante, pero esto es producto de la exclusión de la mujer de los espacios de desarrollo y educación tecnológica, los cuales, desde la socialización y la educación tempranas, han sido generalizados como dominios masculinos.
Por ello, los productos de la tecnología son diseñados por hombres - es innegable que hay muy pocas mujeres en posiciones visibles de liderazgo en el mundo electrónico, y sólo un pequeño porcentaje en las áreas de desarrollo- para satisfacer necesidades y deseos de los hombres, que son, en definitiva, quienes tienen el poder adquisitivo.
Las mujeres como mercado de consumo sólo ayudan a mantener el status quo como usuarias pasivas de la tecnología, y su acceso a ella sólo responde a necesidades económicas estructurales: las computadoras les fueron dadas para hacer más eficiente su trabajo.
Lo que no fue previsto es que desde esas mismas computadoras comenzaría lentamente un proceso de subversión de la estructura de género vigente:
"somos el virus del nuevo desorden mundial, rompiendo lo simbólico desde adentro, saboteadoras del mainframe del big daddy..."

El ciberfeminismo no pretende embarcarse en la lucha por un pequeño lugar en la superficie visible del ciberespacio, sino situarse, como los hackers, en la periferia. Por ello, su emergencia es un acto radical de ruptura de lo simbólico desde su interior, que intenta interrumpir el flujo de códigos masculinos y el orden que impera en Internet, para ‘asegurarse de que los joysticks de los cowboys del ciberespacio no reproducirán la falicidad unívoca bajo la máscara de la multiplicidad...’


Fuente:

lunes, 21 de enero de 2008

Feminismo o... ¿hembrismo?

Autor: Un hombre

Cada generación tiene unos rasgos caracterológicos que la distinguen por lo menos de la anterior y de la siguiente.
La mía, la nuestra, por lo visto y oído, es la generación llamada "machista". Una generación en la que en las familias acomodadas (porque en la clase trabajadora hay de todo y los roles en la pareja son por definición intercambiables), la mujer no gobernaba pero reinaba, no decidía pero influía, no gritaba pero se imponía, no trabajaba fuera de casa pero organizaba la familia, educaba y se cultivaba a sí misma. Esto lo ha venido haciendo así la mujer tradicional desde los tiempos de Adán. Y no le iría ido tan mal cuando, teniendo la clave de los cambios posibles para corregir el pensar de los hijos a través de la cercanía de su maternidad, no se ha decidido a hacer en la sociedad esos cambios psicológicos y de todo orden hasta hace poco más de una centuria en los países llamados libres, y un cuarto de siglo en España. Y no me refiero a la deseable equiparación jurídica y organizativa social, naturalmente, si no a la actitud que va más allá de lo legislativo y lo teórico.
En cualquier caso aceptamos que se nos tilde de "masculinistas", pero si se nos quiere seguir distinguiendo por el predominio, en nosotros y en relación a la pareja, de los genitales sobre el raciocinio, el movimiento que se opone y enfrenta al machismo no es el "feminismo": es el "hembrismo". Empezamos por que aspirar a dignificarse rebajando la entidad del oponente a lo genital, es una bajeza que la mujer bien nacida no se permite.
Ahora la mujer no sólo reina, también gobierna; no sólo influye, también decide; no sólo se impone, también grita... Ahora, ella lo es todo y lo ocupa todo. Tanto es, que el hombre se está batiendo en retirada, con los consiguientes costos biológicos y quizá genéticos que habrá que calcular. Si es el precio que se cobra la mujer por esa supuesta y larguísima postergación, también ella lo sabrá pues lo domina todo. Y tampoco me refiero a la odiosa cuestión de las cuotas... Allá ella, pero mucho me temo que el debilitamiento moral de la sociedad española ha empezado ya por su culpa. De todos modos, lo peor del feminismo hembrista es que imita lo peor del tipo de varón que persigue cervalmente: su modo vestir, su sexualidad exacerbada y su carácter. Por eso mismo, no puede ser convincente su causa, porque, primero, el feminismo hembrista piensa sólo en la hembra aisladamente considerada, segundo, porque si fuesen sinceras sus reivindicaciones se preocuparía más de acentuar las cualidades y virtudes específicas de la mujer (intuición, astucia e inteligencia serena no provocativa...), y tercero, porque no se empeñaría tanto en imitar los detestables rasgos masculinos procedentes de su mayor cantidad de testosterona.
El resultado de los extremismos a que está llevando la confrontación de género antes de que la violencia de género y que tantos estragos están ocasionando, se verá dentro de unas cuantas generaciones. Serán nuestros descendientes quienes deberán valorar si mereció la pena llevar tan lejos el predominio forzado de la hembra sobre el macho, y sin embargo no ser capaces esos movimientos de evitar las guerras ni de contribuir a la pacificación de la sociedad occidental y el debido respeto a otras culturas....
En cualquier caso lo dicho. Quédense las feministas al uso con su razón, con sus razones, acúsenme de misógino, de resentido, y de lo que quieran. Les reconozco su derecho a pensar como quieran, a insultar y hasta distorsionar torpemente sus aspiraciones y su filosofía de vida, pero les conmino a que abandonen de una vez la palabra "feminismo" para denominar un movimiento y actitudes que encierran exigencias de hembra frente al macho, no de mujer frente al varón.

Fuente:
http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/70833/index.php

Un pollo entre tanta gallina!


El buscador más omnívoro del cyber-espacio ya se ha percatado de nuestra presencia, nuestra organización antifeminista combativa comienza a hacer su propio lugar a golpes de machete en la web, digito por digito, pixel por pixel, post a post, el combate contra la barbarie hembrista-feminista será dado, el triunfo será el despertar global de las conciencias masculinas.

jueves, 17 de enero de 2008

El encanto de las piernas largas, según la ciencia

Investigadores aseguran que la mayoría prefiere a quienes poseen una mayor longitud de sus extremidades a la hora de calificar “atractivo”. La razón sería genética: la de encontrar la pareja en mejor forma para reproducirse.
Los investigadores acaban de dar la razón al mundo de las pasarelas, donde predominan las piernas largas, puesto que esta particularidad despierta una mayor atracción en el sexo opuesto.
La Universidad polaca de Wroclaw reunió a 218 personas para que clasificaran las fotografías de siete hombres y otras tantas mujeres, en función de su atractivo, según el último número de la revista británica New Scientist.
Las instantáneas habían sido retocadas de forma que las 14 personas tuvieran la misma altura, pero con una longitud de piernas que variara entre el 0, el 5, el 10 y el 15% de la media polaca.
Independientemente de su aspecto, los voluntarios prefirieron a las personas con unas piernas un 5% más largas, seguidas por igual de las que tenían unas extremidades normales o un 10% más extensas.
Según el investigador Boguslaw Pawlowski, estas preferencias esconden una razón genética: la de encontrar la pareja en mejor forma para reproducirse."Las piernas largas indican salud", indicó este experto a la revista científica.En ambos sexos, unas extremidades cortas se asocian a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes del tipo 2.
Entre los hombres, esta característica apunta a unos niveles elevados de triglicéridos en la sangre, que pueden conllevar enfermedades del corazón o apoplejías.
Otros estudios han señalado que si los hombres prefieren a las mujeres de cadera ancha y cintura estrecha es porque estiman que se trata de las condiciones óptimas de fertilidad.

Fuentes:
AFP – NA
http://www.infobae.com/contenidos/359497-100841-0-El-encanto-las-piernas-largas-la-ciencia

Sin embargo nuestros camaradas de MyL sostienen que además de dilucidar la naturaleza del encanto de las piernas femeninas, es muy importante saber como funcionan ...

lunes, 14 de enero de 2008

Ganó de puro culo

El tradicional Bikini Open de Mar del Plata tuvo su edición 2008. Con la conducción de la modelo María Susini, que lució su flamante pancita de embarazada de la primera hija de Facundo Arana, se realizó la tradicional elección que premia a la "Cola Reef".
Se postularon 12 chicas y resultó ganadora la espectacular participante número 7.
La "Cola Reef 2008" se llama Noelia Barrios y tiene 22 años. La primera princesa fue la número 5, Melisa, de 19, y la segunda fue la número 2, la marplatense Ornela, de 22.




Nuestra agrupación ha superado ampliamente los viejos cánones de medición de colas femeninas, como el que se estila en este tipo de concursos veraniegos, implementando la "UP" o unidad de placer como única unidad factible a ser considerada. Incluso, concientes de que la naturaleza es perfectible, un prototipo de "mujer ideal" para las playas del verano fue diseñado por nuestros expertos camaradas...


Como hacen política las mujeres

Enviado por nuestro camarada Claudio Aetius:


La carrera hacia la Casa Blanca: opinión El redituable juego de las lágrimas de Hillary Clinton

Jueves 10 de enero de 2008

Publicado en la Edición impresa


DERRY, New Hampshire.- Cuando llegué a la oficina el lunes, la gente estaba apiñaba frente a una computadora para ver lo que nunca habían creído que llegarían a ver: Hillary Clinton con la inconfundible evidencia de lágrimas en sus ojos.

Una mujer que miraba la pantalla hizo una mueca de disgusto, y dijo que le parecía un horror. Tres hombres miraron la escena una y otra vez, atraídos por la Hillary "humanizada". Un periodista dedicado a cubrir temas de seguridad se espantó.

"Estamos en guerra", dijo. "¿Así es como piensa hablar con Kim Jong-il?". Otro periodista bromeó: "Ese llanto realmente pareció verdadero. Apuesto a que se pasó horas preparándolo". Y agregó con tono seco: "El llanto por lo general no funciona en las campañas. Sólo en las relaciones".

Bill Clinton se hizo famoso por morderse el labio, pero allí estaba Hillary lagrimeando. Por cierto, resultó muy impresionante que pudiera sollozar y seguir con su discurso. Ganó su banca en el Senado después de haber sido avergonzada por un hombre. Ganó en New Hampshire y salvó su campaña presidencial después de haber sido avergonzada por otro. Se la veía como una persona tan controladora y controlada durante su campaña para el Senado que hubo que verla perder el control, como durante el escándalo Lewinsky, para que pudiera atraer a muchos votantes de Nueva York.

Que Barack Obama la dejara atrás en Iowa, su momento emotivo aquí en una cafetería y su incomodidad ante una pregunta en el debate que insinuaba que no era una persona atractiva sirvieron para el mismo propósito: hacerla más atractiva, especialmente para las mujeres, particularmente las mayores de 45 años. Los asesores de Obama estaban convencidos de tener el voto femenino, pero lo vieron desaparecer después de las lágrimas de Hillary.

En el café de Portsmouth, el lunes, Clinton lagrimeó un poco al expresar su temor a lo que podrían provocar en el país las "falsas esperanzas" de Obama. "No quiero vernos retroceder y caer", dijo trémulamente, antes de golpear a su rival: "Pero algunos tenemos razón y otros no. Algunos estamos preparados y otros no".

Fue un momento conmovedor, ver a Hillary quebrarse de agotamiento después de décadas de anhelar ser la protagonista y no actriz de reparto. Pero sus lágrimas tenían un tufillo a autocompasión nixoniana. Lo que la conmovía tan profundamente era ver que el país no entendía hasta qué punto la necesita. De una manera extrañamente narcisista, lloraba por nosotros. Pero fue tristemente típico de ella que lo que realmente la hizo derrumbarse fue la perspectiva de perder.

Lágrimas poderosas
Como le dijo Spencer Tracy a Katharine Hepburn en La costilla de Adán : "Otra vez lo mismo, las viejas lágrimas. Una garantía de que se derretirán los corazones más duros. Unas pocas lágrimas de mujer, más poderosas que cualquier ácido".

Los Clinton se salvaron otra vez por un pelo. Groseramente, Bill dijo del fenómeno Obama: "Es el mayor cuento de hadas que vi en mi vida". Pero durante los últimos días, la que estuvo en peligro de ser Cenicienta fue la propia Hillary.

Se puso emotiva porque temía haber llegado a su medianoche política, cuando repentinamente volvería a convertirse en la colegiala de anteojos gruesos y cabello motoso, inteligente pero no la favorita.

¿Todos estos años a la sombra de un carismático natural, sólo para enfrentarse a la perspectiva de ser eclipsada por otro?
Qué humillante que el moderador del debate en New Hampshire le pidiera que explicara por qué no era tan popular como el apuesto joven príncipe de Chicago. Qué degradante que Obama se entrometiera, con poca gracia, diciéndole: "Eres una persona agradable".

"En realidad tengo emociones", le dijo luego Hillary a la CNN, en declaraciones destinadas a reparar su imagen. "Sé que algunos lo dudan", señaló. En el programa Access Hollywood siguió hablando de "la doble moral y la doble evaluación que debe enfrentar una mujer que se postula para presidenta".

"Si una se muestra demasiado emocional, es una desventaja", dijo Hillary. "Un hombre puede llorar, lo sabemos. Muchos de nuestros líderes lo han hecho. Pero para una mujer, la dinámica es diferente".

Hermandad femenina
Fue una táctica curiosa. Allí estaba Hillary, atacando a Obama por transmitir emociones excesivas, con emoción excesiva. Cuando los detractores de Hillary le gritaron "¡Plánchame la remera!" el lunes en Salem, el incidente despertó sentimientos de hermandad femenina.

En la fiesta de la victoria de Hillary, Carolyn Marwick, de 65 años, dijo que Hillary había demostrado que era humana. "Creo que realmente está cansada. Ha sido sometida a un escrutinio mucho más intenso que el resto de los candidatos... cómo se viste, cómo se ríe".

Ayer Gloria Steinem escribió en The New York Times que una de las razones por las que apoya a Hillary es que "no tiene que demostrar su masculinidad". Pero Hillary sí sintió que necesitaba probar su masculinidad. Por eso votó a favor de la guerra de Irak y respaldó la hostilidad de la Casa Blanca hacia Irán.

Sin embargo, al final tuvo que salvarse de la calamidad interpretando el papel de víctima femenina. Hillary apenas habló con la prensa durante la campaña, aunque esta semana los Clinton se quejaron de que la prensa prefiere a Obama.

Bill Clinton también jugó la carta de pobrecita de manera poco halagadora. "No puedo hacerla más joven, ni más alta, ni cambiar su género", dijo. En los actos se lo vio con tan poca energía que a veces parecía estar distanciándose de ella. Ahora que ella ha ganado en New Hampshire, tal vez se distancie de él, advirtiendo que Bill suele recordarles a los votantes que no desean volver a las complicaciones que asocian con él.

El argumento de Hillary en contra de Obama se reduce ahora a un argumento contra el idealismo, que es probablemente el punto más bajo e improbable al que un Clinton podría llegar.

Gente de esperanza argumentando en contra de la esperanza.
En su fiesta de celebración, Hillary era como la heroína de una película, una mujer en peligro que consigue triunfar. "Encontré mi propia voz", dijo, entonando el estribillo del himno feminista.

Más fuentes:


sábado, 12 de enero de 2008

Misoginia y Liberación Verano 2008




Estas son algunas de las colas de la primer quincena de Enero en Mar de Plata