lunes, 14 de enero de 2008

Ganó de puro culo

El tradicional Bikini Open de Mar del Plata tuvo su edición 2008. Con la conducción de la modelo María Susini, que lució su flamante pancita de embarazada de la primera hija de Facundo Arana, se realizó la tradicional elección que premia a la "Cola Reef".
Se postularon 12 chicas y resultó ganadora la espectacular participante número 7.
La "Cola Reef 2008" se llama Noelia Barrios y tiene 22 años. La primera princesa fue la número 5, Melisa, de 19, y la segunda fue la número 2, la marplatense Ornela, de 22.




Nuestra agrupación ha superado ampliamente los viejos cánones de medición de colas femeninas, como el que se estila en este tipo de concursos veraniegos, implementando la "UP" o unidad de placer como única unidad factible a ser considerada. Incluso, concientes de que la naturaleza es perfectible, un prototipo de "mujer ideal" para las playas del verano fue diseñado por nuestros expertos camaradas...


Como hacen política las mujeres

Enviado por nuestro camarada Claudio Aetius:


La carrera hacia la Casa Blanca: opinión El redituable juego de las lágrimas de Hillary Clinton

Jueves 10 de enero de 2008

Publicado en la Edición impresa


DERRY, New Hampshire.- Cuando llegué a la oficina el lunes, la gente estaba apiñaba frente a una computadora para ver lo que nunca habían creído que llegarían a ver: Hillary Clinton con la inconfundible evidencia de lágrimas en sus ojos.

Una mujer que miraba la pantalla hizo una mueca de disgusto, y dijo que le parecía un horror. Tres hombres miraron la escena una y otra vez, atraídos por la Hillary "humanizada". Un periodista dedicado a cubrir temas de seguridad se espantó.

"Estamos en guerra", dijo. "¿Así es como piensa hablar con Kim Jong-il?". Otro periodista bromeó: "Ese llanto realmente pareció verdadero. Apuesto a que se pasó horas preparándolo". Y agregó con tono seco: "El llanto por lo general no funciona en las campañas. Sólo en las relaciones".

Bill Clinton se hizo famoso por morderse el labio, pero allí estaba Hillary lagrimeando. Por cierto, resultó muy impresionante que pudiera sollozar y seguir con su discurso. Ganó su banca en el Senado después de haber sido avergonzada por un hombre. Ganó en New Hampshire y salvó su campaña presidencial después de haber sido avergonzada por otro. Se la veía como una persona tan controladora y controlada durante su campaña para el Senado que hubo que verla perder el control, como durante el escándalo Lewinsky, para que pudiera atraer a muchos votantes de Nueva York.

Que Barack Obama la dejara atrás en Iowa, su momento emotivo aquí en una cafetería y su incomodidad ante una pregunta en el debate que insinuaba que no era una persona atractiva sirvieron para el mismo propósito: hacerla más atractiva, especialmente para las mujeres, particularmente las mayores de 45 años. Los asesores de Obama estaban convencidos de tener el voto femenino, pero lo vieron desaparecer después de las lágrimas de Hillary.

En el café de Portsmouth, el lunes, Clinton lagrimeó un poco al expresar su temor a lo que podrían provocar en el país las "falsas esperanzas" de Obama. "No quiero vernos retroceder y caer", dijo trémulamente, antes de golpear a su rival: "Pero algunos tenemos razón y otros no. Algunos estamos preparados y otros no".

Fue un momento conmovedor, ver a Hillary quebrarse de agotamiento después de décadas de anhelar ser la protagonista y no actriz de reparto. Pero sus lágrimas tenían un tufillo a autocompasión nixoniana. Lo que la conmovía tan profundamente era ver que el país no entendía hasta qué punto la necesita. De una manera extrañamente narcisista, lloraba por nosotros. Pero fue tristemente típico de ella que lo que realmente la hizo derrumbarse fue la perspectiva de perder.

Lágrimas poderosas
Como le dijo Spencer Tracy a Katharine Hepburn en La costilla de Adán : "Otra vez lo mismo, las viejas lágrimas. Una garantía de que se derretirán los corazones más duros. Unas pocas lágrimas de mujer, más poderosas que cualquier ácido".

Los Clinton se salvaron otra vez por un pelo. Groseramente, Bill dijo del fenómeno Obama: "Es el mayor cuento de hadas que vi en mi vida". Pero durante los últimos días, la que estuvo en peligro de ser Cenicienta fue la propia Hillary.

Se puso emotiva porque temía haber llegado a su medianoche política, cuando repentinamente volvería a convertirse en la colegiala de anteojos gruesos y cabello motoso, inteligente pero no la favorita.

¿Todos estos años a la sombra de un carismático natural, sólo para enfrentarse a la perspectiva de ser eclipsada por otro?
Qué humillante que el moderador del debate en New Hampshire le pidiera que explicara por qué no era tan popular como el apuesto joven príncipe de Chicago. Qué degradante que Obama se entrometiera, con poca gracia, diciéndole: "Eres una persona agradable".

"En realidad tengo emociones", le dijo luego Hillary a la CNN, en declaraciones destinadas a reparar su imagen. "Sé que algunos lo dudan", señaló. En el programa Access Hollywood siguió hablando de "la doble moral y la doble evaluación que debe enfrentar una mujer que se postula para presidenta".

"Si una se muestra demasiado emocional, es una desventaja", dijo Hillary. "Un hombre puede llorar, lo sabemos. Muchos de nuestros líderes lo han hecho. Pero para una mujer, la dinámica es diferente".

Hermandad femenina
Fue una táctica curiosa. Allí estaba Hillary, atacando a Obama por transmitir emociones excesivas, con emoción excesiva. Cuando los detractores de Hillary le gritaron "¡Plánchame la remera!" el lunes en Salem, el incidente despertó sentimientos de hermandad femenina.

En la fiesta de la victoria de Hillary, Carolyn Marwick, de 65 años, dijo que Hillary había demostrado que era humana. "Creo que realmente está cansada. Ha sido sometida a un escrutinio mucho más intenso que el resto de los candidatos... cómo se viste, cómo se ríe".

Ayer Gloria Steinem escribió en The New York Times que una de las razones por las que apoya a Hillary es que "no tiene que demostrar su masculinidad". Pero Hillary sí sintió que necesitaba probar su masculinidad. Por eso votó a favor de la guerra de Irak y respaldó la hostilidad de la Casa Blanca hacia Irán.

Sin embargo, al final tuvo que salvarse de la calamidad interpretando el papel de víctima femenina. Hillary apenas habló con la prensa durante la campaña, aunque esta semana los Clinton se quejaron de que la prensa prefiere a Obama.

Bill Clinton también jugó la carta de pobrecita de manera poco halagadora. "No puedo hacerla más joven, ni más alta, ni cambiar su género", dijo. En los actos se lo vio con tan poca energía que a veces parecía estar distanciándose de ella. Ahora que ella ha ganado en New Hampshire, tal vez se distancie de él, advirtiendo que Bill suele recordarles a los votantes que no desean volver a las complicaciones que asocian con él.

El argumento de Hillary en contra de Obama se reduce ahora a un argumento contra el idealismo, que es probablemente el punto más bajo e improbable al que un Clinton podría llegar.

Gente de esperanza argumentando en contra de la esperanza.
En su fiesta de celebración, Hillary era como la heroína de una película, una mujer en peligro que consigue triunfar. "Encontré mi propia voz", dijo, entonando el estribillo del himno feminista.

Más fuentes: