domingo, 7 de diciembre de 2008

Hombres maltratados: violencia que no se ve

Por Lorenzo Encinas

Monterrey,NL.-Don Juan literalmente vivó en silencio la violencia de la que era objeto por parte de su esposa.

Por miedo al ridículo, del que dirán, este hombre llego a considerar que nadie le creería que sufría agresiones por parte de su cónyuge.
La situación se agravó cuando su pareja lo trato de asesinar.

Desde ese día Don Juan decidió abandonar el hogar.

Fueron 12 años de infierno. El hombre reflexiona.

Recuerda, hubo veces que fue a dar al hospital.

Para él no hubo de otra, huir del hogar, lo que implicó separarse de sus hijos.

Solo, sin dinero, este hombre luchó en contra del estigma, para él es comenzar de nuevo.

Don Juan vive en plena soledad, sin casa, pero con la dignidad de haber salido de las garras de la violencia.

Para él, a sus 55 años hubo punto y aparte.

Pese a que no hay pocas denuncias los hombres padecen violencia de género y también se enfrentan a la indeferencia y problemas con el sistema legal para enfrentarlo, aseguran especialistas.

Ante la ley el varón víctima se enfrenta a dos obstáculos; en primer lugar demostrar su condición de víctima, y en segundo, este debe asegurarse de proteger a sus niños y que no se conviertan en nuevas víctimas.

“Los hombres que se han acercado nos comentan que sufren mucho de violencia verbal, hay mujeres que son muy fuertes que ejercen su poder a través de los niños, por ejemplo, excluyen a la pareja de la educación de los hijos”, explicó Abel Reyna Briones, terapeuta, especialista en familia y violencia.

Los hombres muy a menudo soportan los abusos por razones de protección y manutención del lazo afectivo con sus hijos, y no ser destruidos económicamente como consecuencia de la separación.

La percepción general reconoce el maltrato hacia la mujer y los niños, pero son los varones los mayormente señalados como los únicos victimarios en la violencia familiar, sin embargo también hay quienes reciben malos tratos.

“Incluso vienen hombres que no quieren denunciar y sólo acuden para asesorarse, preguntar qué pueden hacer; se los ve rasguñados o lastimados”, continuó Reyna.

Amenazas, uso de los niños para condicionar su voluntad, exigencias económicas exorbitantes, humillaciones, escenas públicas, golpes y rasguños son algunos de las manifestaciones de violencia verbal y física protagonizadas por mujeres contra sus parejas o ex parejas.

Al preguntarle acerca de que si los hombres se avergüenzan al momento de contar lo que viven, el especialista manifestó que “una vez que entraron al tratamiento, la vergüenza la dejan a un lado, pero se nota la angustia y eso supera la vergüenza”.

Si bien los casos no son tan comunes, Aixa Amalia Alvarado Gurany Directora del El Centro de Orientación, Protección y Apoyo a Víctimas de Delito (Copavide) aclaro que el tratamiento del personal es igualitario tanto para la mujer como para el hombre, ya que el personal está integrado por personas de ambos sexos.

Un asunto complicado
Alvarado Gurany, dijo que estadísticamente por cada 10 casos de violencia hacía la mujer, se presenta uno en contra de un hombre.

Es importante recalcar que existen casos en que la distinción entre víctimas y victimarios es difusa: sucede cuando existe violencia cruzada, cuando los hombres y las mujeres se agreden mutuamente y se pierde la unidireccionalidad del maltrato.

En su experiencia frente a la unidad es frecuente el hecho de recibir “denuncias cruzadas”. En estos casos, los dos integrantes de la pareja realizan una presentación de manera independiente, alegando la violencia del otro.

Sobre este sentido, Reyna Briones considera que “salvo patologías, la violencia es un tema que circula por la familia”.

El terapeuta con experiencia con hombres violentos y violentados sostiene que los hombres con cónyuges abusivas emplean varios métodos para procurar no difundir sus situaciones potencialmente violentas.

“El promete hacer lo que ella le exige confirma la responsabilidad de toda clase de acusaciones falsas para cubrir las apariencias de su mujer violenta, éstas son algunas de las tácticas de supervivencia, pero no pararán los ataques; sin embargo, la mayoría de los hombres harán el esfuerzo en la esperanza inútil de parar los abusos de violencia”.

La cultura machista está presente en todo los aspectos, dejando a un lado, los daños que sufren, sin importar los daños que son víctimas de un delito.

“Los hombres víctimas de sus mujeres, no se atreven a decirle a ninguno de los miembros de su familia la situación por la que están pasando y da las explicaciones mas increibles de sus lesiones, incluso cuando los atienden en los hospitales o el médico”.

Temen la humillación y el estigma, incluso cuando el abuso de la violencia es peligroso para su vida prefieren no denunciar los hechos.

Según palabras del psicólogo hay ocasiones en que se presenta una especie de violencia circular.

“El círculo de la violencia intrafamiliar se va así: alguien golpea, inmediatamente hay un arrepentimiento, una reconciliación, parece que todo vive nuevamente un breve momento de armonía, luego viene nuevamente el chispazo por cualquier cosa, viene nuevamente la violencia, el golpe, la ira, el daño, inmediatamente el arrepentimiento nuevamente.

“Es muy difícil salir de este círculo; el arrepentimiento, el apapacho, el lloriqueo, los propósitos de jamás volverlo hacer, etc. es un círculo patológico.”

En una cultura del machismo, resulta difícil que los hombres que presentan este tipo de convivencia con sus cónyuges, puedan expresar su problema abiertamente con la sociedad por el temor y la vergüenza al que se exponen.

Aguántese
La percepción general es que sólo la mujer padece violencia, pero por cada diez féminas afectada hay un varón que sufre lo mismo y enfrenta problemas legales para denunciarla.

Los hombres muy a menudo soportan los abusos por razones de protección, manutención del lazo afectivo con sus hijos y para no perder su patrimonio tras la separación.

Existen casos en que la distinción entre víctimas y victimarios es difusa, cuando los hombres y las mujeres se agreden mutuamente y se pierde la unidireccionalidad del maltrato.

Fuente: http://www.milenio.com/node/127541