domingo, 1 de junio de 2008

Por el conflicto del campo hay menos deseo sexual

Tres especialistas coinciden en que la coyuntura político-económica resiente cada vez más el de-sempeño sexual de los argentinos y aseveran que conflictos como el del campo reviven viejos fantasmas relacionados con la crisis de 2001. Desde hace meses notaron un incremento de entre 20% y 30% en las consultas relacionadas por problemas sexuales, como la disminución del deseo o la disfunción eréctil. También notan que el fenómeno golpea más entre los jóvenes y que algunas mujeres se empiezan a quejar de que sus novios se muestran desganados a la hora del sexo.
Por Lucas Morando
Crisis recurrentes, discusiones con el jefe, búsqueda perpetua de superarse en el trabajo, decenas de horas por día en la oficina y la combinación de cansancio y estrés empiezan a reducir el deseo sexual en algunas parejas. “Te soy sincero, cada vez que vuelvo a mi casa a las once de la noche lo único que pienso es en irme a dormir. El sexo quedó, con suerte, para los fines de semana”, confiesa Juan Martín, empleado de una compañía bonaerense, que trabaja más de 12 horas por día y recuerda con tristeza cuando se sentía “un toro”.
De capa caída.
En sintonía, varios sexólogos consultados encontraron una relación directa entre el aumento de la tensión política y económica que se vive en el país con la cantidad de consultas que reciben en sus consultorios por problemas sexuales. “El conflicto con el campo reavivó viejos temores y preocupaciones en los pacientes como la crisis de 2001, y eso se nota cada vez más en las consultas. La gente lleva los problemas laborales y económicos a la cama”, refleja Adrián Sapetti, director del Centro Médico de Sexología y Psiquiatría. “Las consultas por esa problemática tuvieron un incremento de hasta un 30% en los últimos meses”, sentenció.
Y no es el único que ensaya una conexión entre la inflación, la inseguridad, la inestabilidad política y el placer. Clara Abate, de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, notó también un crecimiento de más de un 20% en las consultas por estos temas. Sobre todo de mujeres jóvenes con parejas estables que la visitan preocupadas porque sus novios (de 25 años, por ejemplo) no tienen más ganas de tener sexo. “Antes me venían a ver porque ellos sólo pensaban en tener relaciones, pero ahora se quieren ir a dormir”, describe con ironía.
Para la especialista, la merma del deseo sexual se articula directamente con la sobreexigencia laboral, pero también con la incertidumbre coyuntural que se vive en el plano económico, desde el paro del campo hasta la inflación creciente. “Hay una sensación de inestabilidad por la situación del país, y eso se ve en las consultas”, confirma.
Causa y efecto.
Al estrés laboral se lo culpa directamente de problemas como la baja de la libido, la disfunción eréctil o la eyaculación precoz. Sucede que el trabajo en exceso provoca un estado de tensión general en el cuerpo que hace muy difícil relajarse a la hora de tener un momento íntimo. A eso se suma el cansancio y la depresión derivada de que, muchas veces, uno siente que lo que gana es insuficiente o está disconforme con su empleo. “Como respuesta, la persona no se puede conectar con el placer”, detalla Abate.
Honorio L. (no es su nombre real) tiene 27 años y desde que se cambió a una multinacional empezó a exigirse cada vez más. Trabaja más de lo necesario y vive, como él mismo reconoce, “todo el tiempo a fondo”. Hace poco, empezó con los problemas: “La presión constante por ser mejor en el laburo hace que cuando llego a casa no tenga ganas de estar con mi novia. El trabajo me mata la garra porque termino llevando la rutina a la cama. Entonces termino teniendo sexo cada diez días”, dice, resignado.
“La disminución del deseo sexual en los jóvenes por culpa del trabajo es cada vez más común, y también he notado un crecimiento de un 20% en las consultas en los últimos meses”, confirma Gustavo Rodríguez Baigorria, encargado de Sexología del Servicio de Urología del Hospital Tornú. Y diagnosticó: “Los niveles de tensión que se viven en el país no ayudan para nada a tener un buen sexo”.
Los medios también juegan en contra
Otro de las principales causantes de la “frustración sexual” que detectan los especialistas en la actualidad se relaciona con la sobreexposición y la banalización del sexo en los medios de comunicación.
Decenas de programas de TV donde lo único que importa (y de lo que se habla) es el sexo, las sugerentes bailarinas de Tinelli, tapas de revistas con colas hechas con compás, y millones de videos caseros en Internet no siempre son buenos a la hora de subir la autoestima de los que tienen problemas sexuales. “Lo que a uno le inducen a hacer desde los medios es muy dispar a los que uno puede dar realmente en la cama, y eso genera mucha frustración”, explica el sexólogo Gustavo Rodríguez Baigorria, quien cree, además, que los metamensajes que transmiten ayudan a construir una imagen poco real de lo que en verdad es el sexo.
Este fenómeno desencadena una mayor preocupación en los jóvenes por rendir mejor sexualmente en la cama para “impresionar” a la pareja. Para imitar lo que ven en la tele. Entonces, en vez de cuidarse de enfermedades de transmisión sexual o de dejarla embarazada, toman cada vez mayores dosis de Viagra.
Ellas, ¿contentas?