viernes, 4 de abril de 2008

Llega el rapidito


Malas noticias para los que acaban de inscribirse en el curso de sexo tántrico: un buen acto sexual debería durar entre 3 y 13 minutos. Es lo que asegura un estudio de la Universidad de Penn State, en Pensilvania. De acuerdo con la encuesta, basada en las respuestas de miles de pacientes, un acto “adecuado” dura de 3 a 7 minutos, uno “deseable” de 7 a 13 minutos, uno “demasiado corto” de 1 a 2 minutos y uno “demasiado largo” de 10 a 30 minutos.


Según los autores de la investigación, el objetivo del informe es desterrar los estereotipos sexuales de hombres todopoderosos, penes gigantes y mujeres insaciables que gimen toda la noche. Pero, al parecer, esa manía anglosajona de clasificar, ordenar y cronometrarlo todo, no le sienta muy bien al espíritu latino. “¡¿Siete minutos el sexo más deseable?! Los yanquis están locos ¿qué les pasa, se aburren y quieren ir a ver la tele?”, se pregunta Rosemay, de 31 años, algo indignada con los tiempos del Norte. Las voces de los especialistas argentinos, entonces, acuden a relativizar las directivas del Primer Mundo acerca de los hábitos del amor. “Es típico de los anglosajones estar haciendo reportes hasta del acto sexual. Yo creo que eso no va con nuestra percepción latina y sudamericana: creo que hay que hacer una crítica a esa filosofía de querer categorizar todo, hasta el sexo”, opina la psicoanalista Any Krieger, quien está por por publicar un libro sobre las costumbres sexuales de los porteños. Concluye: “Ese acto tan íntimo y tan sensual es único en sí mismo y para ser ideal debería sacarte del tiempo y el espacio. En el encuentro sexual uno debería sacarse esa represión del tiempo que la vida cotidiana nos impone”.


En principio Virginia Martínez Verdier, especialista en sexología clínica, se pregunta, como la mayoría de los interesados en el tema: ¿Qué se entiende por acto sexual? ¿Cuándo es corto y cuándo es largo? “Si con ese tiempo alcanzara, los hoteles alojamiento darían turnos de 15 minutos. Además, la relación sexual no es simplemente penetrar y eyacular, en el caso de los hombres, o llegar al orgasmo en las mujeres. Eso sí puede durar cinco minutos, pero el encuentro sexual implica el precalentamiento paulatino, el juego sexual previo, y la fase de resolución, que es lo que viene después del coito: ahí es cuando se siente la satisfacción en el centro del pecho. Si no, se cae en la imagen de la película El lado oscuro del corazón, en la que el personaje apretaba un botón y se deshacía de la mujer. Eso no es una relación sexual, es una descarga higiénica.” El pueblo, ardiente, dispuesto a sacarse el reloj, quiere opinar. Dice Ani, de 26 años: “Me parece malísimo estar pendiente de cuánto dura. Nunca me puse a mirar el reloj, me gusta quedarme con la sensación de tiempo que sentí personalmente. Además hay que ver qué se toma en cuenta, ¿la penetración? Creo que el acto sexual implica muchas más cosas”. Dice Rodrigo, de 37 años: “Con los años fui pudiendo aguantar casi todo lo que quiero. Igual, no siempre es bueno el polvo largo: tienen que estar los dos muy compenetrados para eso. Si no, puede pasar que a los 20 minutos de bombeo la mina, que ya acabó, se te queda mirando y se empieza a sentir medio muñeca inflable, así que hay que hacer pausas, cambiar de pose, de velocidad. Hay polvos que no se pueden medir ¿es uno, o son varios? ¿qué marca el fin del acto sexual? También hay grandes polvos cortos como los polvos de reconciliación, que suelen ser desaforados y no pasan de los 4 minutos”. Dice Lucas, de 31 años: “Es difícil calcular el tiempo en ese momento: creo que los segundos teniendo sexo parecen más largos que los segundos mirando televisión. Creo que, si se puede, y si la situación lo amerita, lo mejor es alargar la previa hasta el límite de lo tolerable, aunque a veces, si te demorás demasiado podés llegar a desconcentrarte y a pensar en cosas como los goles que te erraste en el partido del día anterior o en un capítulo de Lost”. Dispuesto a poner un poco de orden entre tanta teoría doméstica, León Gindín –profesor de Sexualidad y Salud en la Universidad Abierta Interamericana–, advierte que es necesario tener en cuenta que los períodos de excitación entre hombres y mujeres son diferentes. “El varón necesita llenar el pene con 80cc de sangre para que esté erecto. En cambio una mujer tiene que llenar 300cc/400 cc de sangre. O sea que la mujer tarda 4 o 5 veces más tiempo en excitarse que un varón. Si el estudio no toma en cuenta esta diferencia, creo que merece una crítica severa. El tiempo de excitación también tiene un correlato cerebral: no es lo mismo con todas las personas. No se puede decir que 15 y 20 minutos es mucho, porque a veces es lo que se tarda en empezar a excitarse.” Sin embargo, están quienes festejan el reciente descubrimiento acerca de las preferencias por el “rapidito”. Como Carla, de 26 años, que asegura que lo prefiere corto y efectivo. “Soy bastante volátil. Si dura mucho, empiezo a pensar en otras cosas y ya no disfruto. Cuando tarda en acabar, me da bronca y pienso: ‘dale neneeee’.” Lucía concuerda, siempre y cuando la previa haya sido satisfactoria: “De todas formas, ¿cómo saber? Si uno puede medirlo en tiempo, lo más probable es que haya sido un polvo de mierda, ¿no?”, deduce. Para Felicitas, empleada de una aerolínea, la duración muchas veces está condicionada por el ritmo de vida: “Creo que tanto la mujer como el hombre tienen pánico a la poca frecuencia sexual y muchas veces se cae en la autopresión para tener sexo rápido cuando el ritmo de vida que se lleva pide sueño más que caricias”.


Según indica Guindín, la mayoría de los trabajos serios que se publicaron aseguran que el tiempo de penetración promedio de un coito lleva unos 10 minutos: “El resto del tiempo se completa con otras cosas que forman parte de la práctica sexual y que también son muy divertidas”.




El exprés versus el prolongado sexo tántrico


La teoría del rapidito tiene su mayor enemigo en el sexo tántrico, una enseñanza basada en el conocimiento budista e hindú, que considera el sexo como una forma de expansión y exploración de la espiritualidad. No hay que apurarse ni mirar las agujas del reloj sino buscar encuentros largos y relajados. Los que lo practican, como Sting, dicen que implica una unión sexual sin culpas en la que se venera el éxtasis y se busca un placer más prolongado a través de los cinco sentidos. “El tantra es la filosofía de la plenitud y la unidad en la que se aconseja al hombre explorar su lado femenino y a la mujer, sus cualidades masculinas”, explica Linda Sonntag en su libro Sexo sensacional. Los hombres que practican el sexo tántrico pueden tener múltiples orgasmos como las mujeres. Velas, aceites, masajes, música, frutas, tiempo y paciencia son algunos de los elementos fundamentales para practicarlo.


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