viernes, 29 de agosto de 2008

las frases que los hombres nunca quieren escuchar

El reciente libro de Hugo Asch “Yo me enamoro”, de Ediciones B, habla de “cómo los hombres sienten y viven el amor”. Un racconto muy divertido de experiencias personales y de amigos, cargado de reflexiones sobre las relaciones sentimentales desde la óptica de un hombre. Lleno de prácticos consejos y de ágil lectura.
En uno de los pasajes, destaca lo que ellos “nunca quieren escuchar”. Aquí van las frases de las mujeres que los hombres temen tanto (extraídas de su libro) con unos cuantos consejos acerca de cómo reaccionar:
- “No sé que me pasa”. Las mujeres en crisis (profunda, circunstancial, superficial, momentánea) jamás admiten lo que les pasa frente a su pareja aunque vengan de comentar el tema con amigas, parientes, compañeros de trabajo y hasta con el quiosquero de la esquina. Repetirán esa frase una y otra vez hasta que el hombre adivine. En el lamentable caso de que adivinemos mal o abandonemos el intento, escucharemos lo siguiente:
- “Vos a mí no me entendés”. Es inútil refutar a una mujer que afirma eso. No importa lo que pensemos. Hay que resignarse, escucharla, tratar de comprender. Y armarse de paciencia.
- “No me escuchás”. Un clásico. Ojo, porque el tema no se limita a poner la oreja y adiós. Sucede que ellas nunca se refieren a lo que dicen, sino a lo que en realidad quieren decir. No saber escuchar, entonces, será no saber traducir en tiempo y forma lo que ya deberíamos conocer de memoria. Para no desilusionarlas es conveniente escucharlas con una mezcla de compasión y firmeza. No es fácil.
- “Nunca salimos”. No importa que hayan desfilado por todos los teatros, cines y restaurantes de la ciudad. En algún momento, la frase se deslizará en medio de una apacible tarde, y mucho más si el varón de la casa se dispone a observar un inolvidable partido de la liga italiana de fútbol, una carrera de Fórmula Uno o el clásico de la fecha.
- “No te gustan mis amigas”. Aquí hay que tener mucho cuidado. No es aconsejable predisponerlas mal con una de sus entrañables amigas aunque en ese momento ella la esté criticando hasta reducirla a una montañita de sucio polvo. Su reacción puede ser inesperada. Más peligroso es elogiar con entusiasmo a cualquiera de ellas: en este caso puede producirse una catástrofe.
- “No tengo qué ponerme”. Ok, siempre será cierto, aunque sus placares parezcan un conteiner a punto de explotar. Si hay problemas económicos, habrá que tocar el tema con comprensión y delicadeza. Ni por asomo comparar el inventario de ropa del placard propio: habrá jaleo.
- “Nunca me decís te quiero”. No importa si es la frase más repetida de la historia. Habrá que decirla una vez más, con pasión, cuidado y mirándola a los ojos. Y no pretender de ellas lo mismo: una mujer necesita escuchar, no decir. ¿Está claro?
Fuente:http://www.perfil.com/contenidos/2008/08/29/noticia_0018.html

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