sábado, 2 de agosto de 2008

LAS MENDOCINAS ESTAN A FULL: Secretos y mitos del sexo anal entre los mendocinos


Los hombres se quejan de que las mujeres no quieren practicarlo. Ellas preguntan si los que los que gozan con la estimulación de su ano son gays.

Autora Marcela Furlano
Hace unos días fui al cumpleaños de una amiga. Era una de esas reuniones en las que a la única persona que conocía era, precisamente, la cumpleañera. Me encontré con un grupo pequeño, de gente agradable y la charla transcurrió tranquilamente. En un momento, una de las mujeres asistentes, que se enteró que yo escribía esta columna, me dijo: “Sacame una duda: Cuándo un hombre te pide que le introduzcas un dedo en el ano (no me lo dijo precisamente así, pero la prensa escrita tiene sus reglas) durante la relación sexual, ¿es gay?”. ¡Caramba! Lo primero que pensé es que no sólo esta gente sí sabía amenizar las charlas, sino que la desinhibida joven logró instalar el debate, porque la estimulación y el sexo anal están rodeados de muchos interrogantes y no pocos mitos.

Ese dedito
Me voy referir en esta charla con mis lectores (me gusta pensar que hacemos esto, charlar, como en ese grupo de amigos) al sexo y a la estimulación anal en las relaciones heterosexuales, no a las homosexuales, que tienen en esta práctica sexual una de sus variantes. Sí, no sólo con el sexo anal disfrutan los homosexuales. Con respecto a la pregunta de la joven, hay muchas parejas heterosexuales que practican introducirse los dedos u objetos (por ejemplo, prótesis peneanas) porque les resulta a uno o a ambos algo muy excitante. En el caso de que el hombre sea quien solicite que se le introduzcan los dedos u objetos en el ano, esto no implica de ninguna manera que sea homosexual. El ano es una zona muy erógena, baste recordar el placer que provoca evacuar el intestino. Algunos especialistas mencionan que, a través del recto, con los dedos u objetos se estimularía la próstata en una zona que llaman “el punto G masculino”. Hay varones que intensifican su grado de excitación con el masaje o la introducción de los dedos o haciéndole esto a su pareja y es sólo una variante dentro de una relación sexual heterosexual. La homosexualidad no se define por el placer que provoca la estimulación anal o por el goce de introducirse una prótesis, sino por la elección del objeto de deseo: si son del mismo sexo se habla de homosexualidad, si son del opuesto, de heterosexualidad.

La entrega total
Algunos varones se quejan de que sus parejas se niegan a esta práctica sexual y el argumento mayoritario es porque les causa mucho dolor. Además, para muchos el sexo anal implica la entrega total, el último bastión de reserva que una mujer posee sobre su cuerpo y por ello cuando accede, es como alcanzar un premio altamente codiciado. Obviamente no puede practicarse el coito anal cuando la mujer se niega o manifiesta dolor, pero lo mejor es que, si ambos están de acuerdo en intentarlo, prueben ciertas formas para que el coito resulte placentero para los dos. Estas son algunas de las recomendaciones prácticas:
- Al ser el ano un esfínter muscular, tiende a contraerse, a ofrecer resistencia, porque no está preparado biológicamente para ser “invadido”. Por ello la penetración debe realizarse cuando la mujer esté muy excitada pero relajada y hacerse de manera muy suave, paulatina y cuidadosa, consultando con la compañera el grado de tolerancia al dolor.
A diferencia de la vagina, que se lubrica con la excitación, el ano no lo hace, y por ello es conveniente usar cremas o geles lubricantes que vienen para tal fin (que no sean irritantes) y se pueden adquirir en cualquier farmacia.
- A veces es aconsejable comenzar la dilatación introduciendo primero uno o dos dedos.
- También existen en el mercado dilatadores anales, que son prótesis, por lo general de material siliconado, de diferentes tamaños y grosor. También se introducen con suavidad, pero al ser menores que el pene promedio, sirven para que el ano se vaya dilatando.
- Quizá el coito anal en su totalidad recién pueda llevarse a cabo después de varias relaciones, eso depende de la pareja.
- Nunca introducir el pene, luego de practicar sexo anal en la vagina, porque la flora bacteriana del recto, que el pene arrastra consigo, puede provocar infecciones vaginales.
- El coito anal deja pequeñas microlesiones en el recto y por ello es una práctica de alto riesgo con respecto al sida. Es recomendable utilizar siempre preservativo. En el caso de penetrar el ano y luego querer hacerlo por vía vaginal, es imprescindible cambiar el preservativo. - Para que la mujer llegue al orgasmo durante el coito anal, lo mejor será estimular el clítoris con caricias o masajes, ya que con la sola penetración del ano no basta para lograrlo. Hay que recordar que, como toda práctica sexual, tiene que estar consensuada por la pareja. No implica ser más atrevido ni más liberal el hecho de tener sexo anal, ya que muchas parejas pueden tener una vida sexual muy satisfactoria sin haber probado nunca el coito anal.

Curiosidades
El “follódromo” español Ariel Santamaría, portavoz de la Coordinadora Reusenca Independiente (CORI), un partido político de Reus, España, propuso que el reformado Palacio de Ferias se transforme en un "follódromo" municipal, es decir un lugar donde pueda tenerse relaciones sexuales. El partido no quiere que lo demuelan, pero dicen que si no aprueban esta iniciativa tendrán que hacer una biblioteca o una sala de conciertos. No le gustan los clásicos Max Mosley, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), quien se viera envuelto en un escándalo cuando las imágenes de una orgía sadomasoquista trascendieron a la prensa, declaró recientemente: “Los que me critican son las personas para las cuales el sexo es, digamos, clásico, con la posición del misionero. Pero no es sólo así y las críticas a mi vida privada no tienen fundamento”, manifestó.

Si es fulera, no importa
Científicos holandeses de la Universidad de Groningen, realizaron un estudio con 63 jóvenes entre 21 y 25 años. Antes de entrar a una habitación, en la cual estaba una mujer no muy atractiva, midieron su testosterona. Luego de quedarse a solas, sus niveles de testosterona subían hasta 8porciento, con lo cual sostienen que, al margen del objeto de deseo, los hombres tienen una tendencia natural a intentar la procreación.

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